Como tú me has visto y me has amado en el país de las sombras y no te acostumbras a verme y a amarme en el país de las inmutables realidades.
Créeme,
cuando la muerte venga a romper las ligaduras, como las que ha roto las que a
mí me encadenaban.
Cuando
llegue el día que Dios a fijado y tu alma venga a este cielo en que te ha
precedido la mía, ese día volverás a verme y sentirás que te sigo amando como
te ame y encontraras mi corazón con todas sus ternuras purificadas, volverás a
verme en trasfiguración, en éxtasis feliz, ya no esperando la muerte sino
avanzando contigo que te llevare de la mano por los senderos nuevos de luz y
vida.
Enjuga
tu llanto y no llores si me amas.
San
Agustín.
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