Nadie
recoge cosecha sin probar sabores, sin enterrar muchas semillas y abonar mucha
tierra.
Nadie
mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones.
Ni se
mete al barco sin temerle a la tempestad, ni llega a puerto sin remar muchas
veces.
Nadie
siente el amor sin sentir sus lágrimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas.
Nadie puede juzgar, sin conocer primero su propia debilidad y nadie deja el alma lustrosa sin el pulimento diario de la vida.
Nadie puede juzgar, sin conocer primero su propia debilidad y nadie deja el alma lustrosa sin el pulimento diario de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario