Ustedes
dos queridos y adorados hijos: Son lo más hermoso que me puede haber otorgado
la vida, ambos son mis frutos de amor, mi vida siempre estará entregada a
ustedes y siempre tendrán el primer lugar en mí quebrantado corazón.
Mi
obligación es enseñarles con amor lo que es la vida, ese duro camino que les
tocara recorrer y llegado el momento dejarlos solos, para que aprendan a amar
con sinceridad.
Solo
deseo y quiero verlos felices y realizados, por eso deseo fortalecerlos con
toda mi ternura, amor, cariño, entendimiento y dedicación, para que en un
futuro sean el orgullo y felicidad de vuestra madre y amiga.
Cuándo
un día sean capaces y tengan tiempo de leer lo que plasmo aquí, quisiera
escucharlos decir: Que han aprendido a respetar, a amar y a tratar de ser
siempre felices...
Hoy ha
pasado el tiempo, tengo 33 años y reconozco que los sufrimientos me hicieron
madurar, pero también me permitieron agudizar mi sensibilidad.
Si hijos amados, he sufrido y he amado y eso es lo importante, no fui correspondida, pero la vida te enseña a asimilar la derrota del desafecto.
Si hijos amados, he sufrido y he amado y eso es lo importante, no fui correspondida, pero la vida te enseña a asimilar la derrota del desafecto.
Ame
intensamente, fui feliz e infeliz, con mis éxitos y mis desengaños, aprendí a
valorar mil cosas.
Con el
transcurrir del tiempo comprendes que el sufrimiento purifica y te hace más
fuerte y muchas veces te obliga a cambiar de rumbo y debo reconocer que la
mayoría de las veces, esos errores te enseñan a valorar todo en la vida.
Especialmente
la seguridad emocional de mis hijos.
Marzo del año 1,981.
Marzo del año 1,981.
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