Soy legítima hija de mi padre y me río de los prejuicios.
Solo sé lo que mi corazón me ordena, ser justa y valiente.
Si mi padre hubiera escuchado a los necios, tercos y locos de este mundo.
Yo no sería la heredera de su apellido.
Él me dejara un gran ejemplo de independencia, trato de hacer lo que debo y lo siento correcto.
Y yo seguiré su ejemplo.
Aunque la mayoría de gentes se escandalicen.
Ese es problema de ellos, no mío.
Lo siento justo y valedero.
El siempre ha demostrado ser un hombre fuerte y valiente. Rebelde, enérgico, también dinámico y perseverante.
Quiénes lo conocen, jamás podrían imaginarse que dentro de él exista una exquisita sensibilidad.
Y que encierra en ese su corazón, la más tierna de las dulzuras. Lo demostró mil veces para con sus tres nietos.
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