16 de noviembre de 2011

PERSONAS QUE CONTAMINAN.

Son hirientes, agresivos, pesimistas, quejumbrosos y depresivos, lo que genera rechazo en su entorno y para peor, a menudo logran contagiar su estado de ánimo. 
Ocasionalmente, estas conductas se pueden soportar, pero hasta cierto punto, los comportamientos destructivos son tolerados si aparecen de manera esporádica, pero cuando se repiten con frecuencia, contaminan las relaciones interpersonales.  
Así es que los tóxicos andan por la vida como rociados con repelente, su entorno hace lo posible por evitarlos, son personas sin humor,  dramáticos, no tienen conciencia de su entorno, son quejumbrosos, siempre van a ser exagerados, no se toleran ni ellos, se complican por todo. 
Pero esa es tan sólo una de las personalidades compatibles con este término, el rasgo dominante de la toxicidad es que nos aplastan. 
Son desgastantes, agotadoras y dañinas, y se pueden dar tanto en lo laboral o en la familia, un detalle que delata al tóxico es el clásico comentario de un envidioso cuando sospecha del éxito ajeno, molesta que el otro triunfe, además de la infelicidad que manifiestan continuamente.
Si después de estar con alguien se siente cansado, malhumorado, falto de energía y hasta con dolor de cabeza o estómago, seguramente estuvo ante un tóxico. 
Lo mismo si cuando esta persona se marchó lo invade una sensación de alivio o siente que los músculos de su cara se relajan. 
Hay gente con una personalidad muy frágil que no tolera escuchar algo negativo.


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