16 de noviembre de 2011

NO SOLO.

No solo me afirmo de ser afortunada porque me gusta la literatura, trato de instruirme y tener más conocimiento con la lectura de  mis libros y de la escritura de mis cartas epistolares, me siento bienaventurada porque conjuntamente he podido intimar los senderos de mi tierra, recorrer cada pueblo, aldea, lugar y superficie de mi nación y sus pobladores. 
Llegar a las alturas y regocijarme de sus macizas montañas, lagunas y nevados, también admirar la afluencia de los ríos, las campiñas verdes y agrestes de mis acontecimientos y excursiones, frecuentando las costumbres y el modo de vida de nuestros campesinos peruanos, gozar y percibir las figuras perpetuas de mis cerros rocosos, de las estalactitas de arriba hacia abajo de la gruta de Huagapo, igualmente de las estalagmitas de abajo hacia arriba, tienen que saber que es la gruta más grande de Sudamérica. 
Queda en el valle de Palcamayo, se la conoce y se dice que es la gruta que lloriquea... En la época de la invasión incaica el valle era refugio de los Taramas, ellos optaron por refugiarse en la gruta sagrada, dejando ahí a niños, mujeres y ancianos, ellos sollozaban día y noche, porque los Taramas no regresaron nunca, pues fueron derrotados y jamás regresaron... dejando allí a sus seres queridos. 
Si no lo saben, los niños, ancianos y mujeres quedaron petrificados en forma de estalactitas y estalagmitas, dando a la gruta una belleza celestial cubierta de líquenes parduscos y verdosos. 
Del recorrido de las aguas emana un eco de llanto de los que quedaron allí, por toda la eternidad, mil veces me he colmado de energía, deleitándome  de ese azul profundo, de los cielos de los poblados de mis serranías, de sus nubes blancas cerca y lejos de la nieve, me colmo de la luminosidad del astro rey y del frió penetrante, con sus aguaceros que mojan mi cuerpo, percibo el silencio en mí ser camino al Cañón de Ricran, advirtiendo en el viento y escucho mi eco en la hermosa laguna de Paca, en Jauja. 
Aventurando por el sendero empedrado y calaminado de Lomo Largo, admirando la belleza de la puna y los sembríos de trigo, cebada y el ichu que nos acompaña durante nuestro trayecto en las alturas, lo llevo grabado en mi corazón, en  esos momentos estrujó mi aislamiento y lleno de positivismo mi energía, también gozo, echada en un bote dando un paseo en la laguna de Ñahuimpuquio en las alturas de un pueblo de Huancayo, escucho los truenos y rayos, los advierto en el cielo al igual que el arco iris que ilumina y resplandece en  mi esencia, igual como en el infinito, olfateo las flores de Tarma, Acobamba y alrededores, mis tan recordados alhelíes, cartuchos, manzanillas, alcachofas, espinacas, habas y alverjas, también las fragantes muñas de las alturas, el fango mojado, los refrescamientos en el río Perenne y Chanchamayo, gozando también de un canotaje en su río, con un cambio de clima cálido, a pocas horas nos encontramos entrando a la ceja de selva, con un calor agobiante y las montañas frondosas de un verde maravilloso, las cosechas de las paltas de los huertos, las piñas, las papayas, las toronjas, las naranjas, mandarinas, las granadillas, los tangelos y anonas. 
Como no recordar, el zamaño, el cutpe y el puente atirantado, conjuntamente con el puente Raither. 
No podría  desistir,  recordar y suspirar ante todo lo que tiene vida, la variedad de orquídeas, de diversos colores y tamaños, plantas y flores tropicales. 
He  tratado de frecuentar mis poblados y sus moradores, siempre con ojos de fascinación...Todos contestan con una sonrisa, una expresión, un gesto y una canción expresando la congoja de sus gentes, un baile en las calles con mis compatriotas que veneran y aman su folklore, con el cual yo participo y bailo con agrado, los acompaño dando la vuelta por su plaza de armas de cualquiera de sus distritos, adivino su habla, deduzco sus expresiones, recapacito sobre sus culturas, observo sus ritos y costumbres, deleito sus papas y queso casero, como no admirar a mi campesino peruano, que es fuerte, cariñoso y solidario para con su Pachamama. 
La madre tierra que los ha desprotegido, como no valorar sus arquitecturas precarias y sus iglesias que no faltan en ningún pueblo alejado y la religión que profesan.
¿Cuánto he aprendido? He aprendido a respetarlo, a reverenciarlo, admirarlo y a quererlo todo, especialmente a ellos, toman licor para apaciguar sus penas, crean su desgracia y su alegría, porque la vida los ha desmantelado, no intento cambiarlos, ellos si son auténticos, agradables, cordiales, complacientes, serviciales, te brindan un plato de patasca, con el cariño mas legitimo, esa es mi gente la que yo amo y quiero, no están hechos de manejo, son ellos los más abandonados y para mí son los que siempre me han demostrado él más cálido de los recibimientos...Ese es mi Perú, como dejar de reconocer este país maravilloso, esa es su gente. 
No pierdan la oportunidad de conocerlo y disfrutarlo. 
Eso es amor a nuestro querido Perú de las alturas y de la puna, se sentirán deleitados y en armonía para con ustedes al saber compartir y darles un momento de cariño con un caramelo en sus manos y una alegría de la cual nunca será olvidada.


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