Ya no
está a mi lado, no puedo explicarme que no esté con nosotros.
No lo
puedo aceptar.
Que
este ser que amaba tanto... se ha ido y
me ha dejado.
Había
tanto que decir todavía.
Tanto
para hacer con ella.
Si
hubiera sabido. Si hubiéramos podido.
Tanto quedo por decirnos.
Tanto quedo por decirnos.
Tanto
quedo por hacer.
Esta
vivencia de lo irremediable, hace que el dolor me atraviese el alma.
Es
profundo e infinito.
Sé que
todas las noches permanecerá a mi lado y
secara con amor mis lágrimas.
Este
dolor formara parte de mi vida.
Exactamente
como la alegría de su amor.
Yo solo
hoy te ofrezco mi dolor, es todo lo que ya puedo ofrecerte.
Tú me
diste tu gran amor, un solo y único amor.
Me lo
robo la muerte.
Y no me
queda más que mi pena, aceptarlo es todo lo que puedo ya ofrecerte.
Solo sé
que te fuiste por una senda clara como
tu nombre.
Sean lo
que ella fue con todos ustedes.
Alegres, espontáneos, auténticos.
Alegres, espontáneos, auténticos.
Eso les
hubiera dicho ella.
Tenía
un alma laboriosa, llena de esperanzas.
Fue una
persona muy querida, con una vida rica, plena y valiosa.
Nos
dejara tantos hermosos recuerdos.
Jamás
dejaremos de recordar sus palabras, anécdotas, enseñanzas y tantos momentos e
instantes de felicidad vividos junto a ella.
Solo
nos queda agradecer a la vida el haberla conocido.
Tenerla
como compañera, madre, hermana y amiga verdadera.
Sé que
el amor siempre prevalecerá a la muerte.
Su naturaleza
generosa y compasiva, vivirá en nosotros.
Nos
dará la memoria y la posibilidad de que viva en cada uno de nuestros corazones.
Sus
vivencias y recuerdos serán por siempre perdurables.
Ella
vivirá siempre dentro de nosotros, hoy que te hemos perdido viviremos en ti.
Como
parte de nuestro ser.
Vivir
en el corazón del que nos deja, es no
morir.
Amarte
a ti es decirte no morirás.
La
muerte no es el final, tu existencia no tiene límites.
El amor
no tiene límites.
El amor
no muere nunca.
La
experiencia me ha regalado la certeza del reencuentro. Espérame...
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