Cuando sientas frío… piensa en un sol resplandeciente que ya te ha calentado y brillado para ti.
Cuando enfrentes una temporal derrota, acuérdate de tus victorias y de tus resultados positivos que fueron muchos.
Cuando precises amor, revivan sus experiencias de afecto y ternura vividos, tráelos a tu mente y recuérdalos.
Acuérdate de lo que has vivido y de lo que has proporcionado con regocijo a los que amas bien.
Recuerda los obsequios que te han hecho, los abrazos y besos que te han dado, los paisajes que has disfrutado y las carcajadas que te han brotado del alma profundamente.
¡Acuérdate que eres un ser vivo en este universo!
Si esto lo has poseído, lo puedes volver a tener y lo que has conseguido lo puedes volver a conquistar.
Entusiásmate por lo bueno que posees y por lo bueno de los demás.
Admítelos tal como son, todo cae por su propio peso.
Y también que te acepten como tú eres, jamás te reemplaces como quisieran que seas.
Nunca cambies... es tu forma de ser.
Rechaza las recordaciones tristes y punzantes y sobre todo, no tengas ningún resentimiento, no te laceres más.
Piensa en lo bueno, en lo afable, en lo hermosísimo que has tenido y la oportunidad de vivir todavía.
Transita tu vida y toma el atajo de los buenos recuerdos, de las emociones sanas y de la verdad, sobre todo, la verdad...no engañes a nadie.
Se autentico.
Encuentra esa sensación cada vez, advierte aquel ocaso que te emocionó.
Renace esa caricia abierta que alguien te dio.
Disfruta reiteradamente de la paz que ya has conocido.
Piensa y vive en el bien, en tu mente están almacenadas todas esas representaciones pictóricas y sólo tú resuelves y solo tú vas a volver a contemplarlas.
No hay carga que se nos dé y no obtengamos la capacidad de llevar.
Asume tu vida con valor y dignidad.
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