Gran
parte de las pretensiones que nos forjamos en nuestra vida y que muchas veces
nos obligan a actuar de esa forma, son parte de los esquemas educativos, que
nos han enseñado a ejercitar, pero que tal vez, estos no pertenecen a nuestro
ser y a nuestra postura.
Esos
esquemas se contraponen a nuestras aspiraciones y anhelos, pero no nos
atrevemos a destrozarlos.
Cuando
tenemos pareja, rebuscamos que él se adapte lo más posible a nuestra condición
de vida, cuando esto es alcanzado, nos sentimos satisfechos.
También nos olvidamos que somos simples mortales, tal vez muchas veces disconformes por naturaleza, llenos de insuficiencias en la vida, tarde o temprano todo cambia, los esquemas son limitados, imperfectos, nos auxilian a crecer en algunos aspectos y a reprimir en otros, dentro de ese método no abarca la posibilidad de concebir que también haya cambios de los cuales tenemos que estar capacitados a acceder.
También nos olvidamos que somos simples mortales, tal vez muchas veces disconformes por naturaleza, llenos de insuficiencias en la vida, tarde o temprano todo cambia, los esquemas son limitados, imperfectos, nos auxilian a crecer en algunos aspectos y a reprimir en otros, dentro de ese método no abarca la posibilidad de concebir que también haya cambios de los cuales tenemos que estar capacitados a acceder.
El
divorcio, la viudez, la enfermedad, la muerte.
Que
incluye a toda la familia.
La
vejez, que es difícil de resistir cuando existen carencias afectivas y
financieras.
Los accidentes imprevisibles, la incomunicación, que es una penosa realidad, todo eso amenaza la seguridad del ser humano, en esos momentos es donde uno anhela sentirse apuntalado y entendido... solo para continuar viviendo.
Disfruta de las diminutas cosas, porque tal vez un día vuelvas la vista atrás y te des cuenta, de que eran las cosas magnánimas, la felicidad o la adversidad de la ancianidad, no es frecuentemente otra cosa que la consecuencia de nuestra vida pasada, no concierne cuan dura sea tu vida, ni cuan apresurado haya pasado.
Los accidentes imprevisibles, la incomunicación, que es una penosa realidad, todo eso amenaza la seguridad del ser humano, en esos momentos es donde uno anhela sentirse apuntalado y entendido... solo para continuar viviendo.
Disfruta de las diminutas cosas, porque tal vez un día vuelvas la vista atrás y te des cuenta, de que eran las cosas magnánimas, la felicidad o la adversidad de la ancianidad, no es frecuentemente otra cosa que la consecuencia de nuestra vida pasada, no concierne cuan dura sea tu vida, ni cuan apresurado haya pasado.
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