14 de noviembre de 2011

CINCUENTA Y TRES AÑOS.

Nunca pensé llegar a tantos años.
Para mí la vida a pasado demasiado rápido.
Me siento feliz porque me he preparado a vivir la edad que tengo.
Debo admitir ahora que me falta tiempo, digo tiempo porque ya viví cincuenta y tres años y estoy muy agradecida por la gran oportunidad de vivir hasta ahora.
Gracias le doy a la vida por lo que he recibido y he aprendido de ella.
Para seguir viviendo... necesito tener más ilusiones, servir a los seres que me rodean y me quieren.
Soñar, para seguir creando el futuro, tener siempre a alguien a quien amar.
Cuando se ama de verdad no se es viejo.
Trato de cuidar mi mente y mi espíritu.
Soportaré valerosamente las miserias humanas, que no se pueden evitar, pero hay que descartar todo lo que nos pueda dañar; la ociosidad, el aislamiento, el egoísmo, el rencor y la jactancia.
No debo estar triste, solo pensar que el tiempo pasado te trae aprendizaje.
Siempre rodeada de mi familia.
Recordar aquellos tiempos pasados en que mis hijos me hicieron gozar de sus presencias.
Ahora están casados y formaron cada uno su hogar.
Hoy nada es igual, aceptar el cambio es mi fórmula.
Me toca vivir mi tiempo presente y no perder las esperanzas de nada.
Evito encerrarme en el mutismo, en la depresión, trato de estar disponible para lo que pueda o deba hacer con alegría.
Amo a mis hijos, a mis nietas, me intereso día a día por su porvenir.
Me encantaría poder compartir más con ellos, que me expongan sus ideas como lo hacían cuando vivían en este hogar, para escucharlos.
Ojalá nunca pierda mi entusiasmo.
Me gustaría convertirme en un instrumento de concordia, para con todos los que amo.
Trataré de aceptar las consecuencias de mi edad, trataré de reconocer mis propios límites, trataré de hacer prevalecer la bondad, la serenidad, la paciencia, la justicia, el respeto y si es posible, lo poco de sabiduría que haya obtenido a través de mis años.


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