Las palabras son vehículos del alma, permiten a los hombres
comunicarse entre sí.
Pocos hombres se olvidan totalmente de sí, para escuchar a
otros.
Hablarles de cuanto les interesa y de no cuanto te interesa a
ti.
Hablar con otro, es escuchar.
No interrumpas al otro para hablar de ti.
Muchas fuerzas y muchas reservas nerviosas, se agotan en
discusiones.
Se ponen nerviosos, mezquinos, se ofenden, se dividen y
raramente... dan triunfo a la verdad.
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