Tienes el deber moral de sostenerlo, depende de ti que resulte
una bendición o una maldición para ti.
Prepáralo para la instrucción, observa sus inclinaciones, enderézalo
en su juventud.
El terreno es tuyo... no lo dejes sin cultivo, la semilla
sembrada será cosechada.
De lo contrario, no pretendas que se te admire o respete, porque
el que jamás asumió su papel de padre, no puede pretender ser respetado y
admirado.
Es más fácil para un padre tener un buen hijo, que para un hijo
tener un buen padre.
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