17 de noviembre de 2011

PADRE.

Considera siempre el valor que se te  ha confiado, al ser que tú has engendrado.
Tienes el deber moral de sostenerlo, depende de ti que resulte una bendición  o una maldición para ti.
Prepáralo para la instrucción, observa sus inclinaciones, enderézalo en su juventud.
El terreno es tuyo... no lo dejes sin cultivo, la semilla sembrada será cosechada.
De lo contrario, no pretendas que se te admire o respete, porque el que jamás asumió su papel de padre, no puede pretender ser respetado y admirado.
Es más fácil para un padre tener un buen hijo, que para un hijo tener un buen padre.

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