No amamos a un hombre que se compone de orgullo y de codicia,
esos son los únicos que hacen sufrir, no tienen lado humano, son malignos,
acosadores, fantasiosos y déspotas.
Las mujeres somos realmente distintas, somos fuerza, salud,
juventud, alegría, entusiasmo, esperanza y libertad.
O amamos o morimos, no hay término medio.
Sí es verdad, los
sentimientos son muchas veces más fuertes que los razonamientos.
De seguro que tal vez hemos cambiado muchas veces de ideas,
hemos creído por encima de todo en la fidelidad y el respeto, que abarca muchas
perspectivas en la vivencia de la pareja.
Y tenemos todo el derecho
de exigirla.
Eso es el verdadero amor, de ambas partes.
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